Un pueblo con encanto y embrujado

Como muchos pueblos de mar de la Costa Dorada, Altafulla tiene dos partes diferenciadas e igualmente atractivas. Se deben conocer las dos y seguro que os costará decidir cuál es mejor.

Por un lado está el casco antiguo, la ciudad amurallada con el castillo como elemento principal. Aquí tenéis que pasear sin prisa, recorrer sus calles y plazas, no perder detalle de las casas singulares y con personalidad que lo conforman, en su mayoría del siglo XVIII; observar las partes de la muralla que se conservan, sobre todo algunos portales y dos torres esquineras, y hacer un vistazo al castillo, situado en la parte más alta, junto a la iglesia. Informaros, si os interesa, de las visitas guiadas que se hacen tanto en el castillo como en el conjunto de Altafulla.

Como dice la tradición, Altafulla te embruja y son muchas las leyendas que se cuentan sobre las brujas de Altafulla. Algunas tradiciones vinculadas a las brujas actualmente aún se mantienen vivas. Levantad bien la cabeza y encontraréis en algunos tejados de las casas más señoriales del municipio unas ollas que en época de brujas tenían su utilidad.

La otra parte de Altafulla es el barrio marinero, con la emblemática calle de las Botigues de Mar. Son las antiguas casas de pescadores, situadas a lo largo del atractivo paseo paralelo a la playa. Construidas hacia el siglo XVIII, originariamente eran almacenes para guardar los utensilios de pescar o los productos destinados a la venta, ya partir del siglo XX se fueron transformando en viviendas, que actualmente son, sobre todo, segundas residencias de veraneo. Aquí también podéis pasear tranquilamente, con la posibilidad, igualmente, de hacer visitas guiadas.